Este es el último envío del libro de Roland En sintonía con el Cielo. Me sorprende hasta cierto punto que Roland exprese con tanta seguridad algo que todos conocemos por experiencia propia y de otros conocidos: «que sólo comenzamos a elevar los ojos al cielo, cuando la preocupación nos atormenta». Al pensar en esta frase, me asalta esta mañana una idea que acabo de leer en El sermón de la montaña (¡cielos, qué libro!). Dice este precioso libro: «La Sabiduría combina el Amor y la Inteligencia». El amor sin inteligencia puede hacer involuntariamente mucho daño ─baste recordar al niño mimado─ y la inteligencia sin amor puede resultar una crueldad refinada. Podemos ver, en un momento dado, la visita de un «huésped sobrenatural», del que habla Roland, a una persona atormentada por la muerte de un ser querido o por la mala salud o por otra preocupación. Puede ser que nosotros lo veamos, pero no nos precipitemos. Roguemos que esa Sabiduría que combina Amor e Inteligencia nos inspire. Hablemos según la Verdad y dejemos que ella actúe… ¡Buenas tardes! |
Jueves, 18 de septiembre de 1947. Les Andelys.
Para los caminos extraordinarios, el privilegio de sensaciones extraordinarias. Para nosotros, una vida es extraordinaria cuando se desarrolla en un plano superior al nivel medio. Ese plano no es fácil de alcanzar, porque cualquier vida humanamente satisfecha no busca. Vosotros comenzáis solamente a elevar los ojos al cielo, de una manera eficaz, cuando la preocupación os atormenta. La tormenta es la mejor pértiga para proyectar vuestras almas hacia Dios.
Ese desequilibrio que comienza a producirse en vosotros, cuando el no hacer pie en lo terreno, hace que nazca en vosotros otra vida, la de la segunda dimensión. En vuestros pensamientos, comienzan a brotar entonces embriones de alas.
Acoged en vosotros esas tormentas como la entrada real de un huésped sobrenatural.
Viernes, 19 de septiembre de 1947. Les Andelys.
¡Encuentras una religiosa en tu camino, y te quedas asombrada! «La oración, dice ella, sólo la oración puede detener las catástrofes.» Dice estas palabras con tal sencillez que, para emocionarse con ellas, es necesario al menos haber dejado atrás todas las esperanzas y haber utilizado todos los subterfugios humanos.
Cuando se ha creído en todo, cuando se ha esperado en todo, cuando se han probado todas las recetas de los hombres y nada os ha llevado por los caminos de la apoteosis, se siente uno obligado a emocionarse con palabras como éstas: «Sólo la oración salvará al mundo.»
Esta religiosa vive en la apoteosis de la fe. La apoteosis, ésa es tu atmósfera.
Lunes, 22 de septiembre de 1947. Ruán.
No me gusta, mamá, cuando te pierdo, es decir cuando tus ocupaciones materiales te obligan a ralentizar tu vida interior. Entonces, se interpone entre nosotros una gran bruma. El más allá te debe absorber cada vez más.
Martes, 23 de septiembre de 1947. Ruán.
Mamá, mamá, ¡hosanna! Me siento a rebosar. Se abre ante mí un ciclo completamente nuevo; ha caído mi última envoltura terrestre. Estoy totalmente libre. Sólo muy lentamente llegamos a despojarnos.
Desde la oruga hasta la mariposa el tiempo es muy largo… Estudia las mariposas; hay muchas leyes ocultas en sus vidas. Que tu intuición busque y establezca una relación entre las metamorfosis que se producen en los insectos y las que vosotros tendréis que sufrir.
Soy libre. Los caminos están completamente soleados, ya no hay sombra. Me vas a sentir cada vez más intensamente, porque a medida que el tiempo pasa, adquiero fuerza y se reafirma la fuerza de mi luz. Tú también debes empeñarte en progresar, porque estamos enganchados al mismo carro de amor: el amor de Dios. Tu entusiasmo por divinizarlo todo nunca debe relajarse. Cuanto más dura de llevar es tu carga, más te identificas con los sufrimientos que hay que superar para purificarse.
Se acerca el momento de nuestro encuentro.
Mamá, para responder a tu pregunta: «¿Hay o no hay inspiración celeste en mis comunicaciones?» te diré que sólo te he enviado hasta ahora capirotazos de paraíso.
3 comentarios
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febrero 22, 2008 a 5:00 pm
Encarnita
Roland se siente rebosar ante el nuevo ciclo que se presenta para él, se siente libre y sin sombra alguna, se reafirma la fuerza de su Luz.
Pienso que tal vez sea la misma Luz con la que vemos envueltos a nuestros seres queridos en el Vuelo de la Mariposa, pues tan sólo vi una persona con lo que llamamos ropa normal, los demás tanto su cuerpo como sus ropas eran resplandecientes y no dejabann adivinar si era ropa o una túnica… estaban completamente libres de su envoltura terrestre.
El libro «El Sermón de la Montaña» es muy interesante y con sustancia, es para leerlo despacito e ir asimilando todo cuanto dice, para no perder ni una coma.
Un fuerte abrazo.
febrero 22, 2008 a 6:13 pm
Ana
Nos recuerda Alfredo las palabras del libro «El Sermón de la Montaña» que dice: La Sabiduría combina el Amor y la Inteligencia.
Yo lo creo así totalmente, porque cuando la inteligencia y el amor, los ponemos en funcionamiento para encontrar la verdad, como consecuencia se adquieren conocimientos y apoyándonos en el Evangelio que nos dice que «se os dará el ciento por uno», esos conocimientos, cuando Dios así lo quiera y cuando reunan los requisitos precisos, y en ellos está el amor, se convertirán en sabiduría. La fe, la sabiduría, el amor, el conocimiento, etc., etc., ni están, ni pueden estar en contradicción con la razón; es más, el análisis inteligente viene a corroborar la fe.
Hagamos ese trabajo necesario para adquirir conocimiento, para vivir en el amor; para que nuestra fe aumente, y la luz y la sabiduría se harán en nosotros.
Un cordial saludo.
Ana
febrero 23, 2008 a 12:49 pm
Antonio Sanz Escudero
Roland termina diciendo que solo ha envíado a su madre, «capirotazos de paraíso». Es interesante el trabajo que se toma Roland para que su madre se espiritualice más cada día. ¡Que amor demuestra! Si todos los hijos hubiéramos amado tanto, que diferencia de mundo tendríamos.
El libro del que habla Alfredo, El Sermón de la Montaña, de Emmet Fox, que estamos leyendo muchos, me está enseñando en primer lugar el verdadero significado de algunas palabras que siempre me chocaron mucho al leer la Biblia. otra de las cosas que admiro del libro citado, es la concisión y la claridad con que está escrito. ¡Es un hallazgo! Antonio.