EN SINTONÍA CON EL CIELO (28) Comunicaciones de Roland del 17 al 30 de julio de 1947

Me enseñaron que había dos clases de oración: vocal y mental. Y me iniciaron en la oración vocal. Y aprendí el «Padre nuestro…» y exclamaciones hermosas tomadas del Evangelio: «¡Señor, que vea! ¡Sálvanos, que perecemos! ¡Enséñanos a orar!» Y hasta aprendí aquello de «cuatro esquinitas hay en esta cama…» ¡Y todo me pareció bien!  Me iniciaron también en la oración mental: leíamos un trozo de un libro piadoso o del Evangelio, y penábamos en él. San Ignacio y santa Teresa me enseñaron también a contemplar escenas de la vida de Jesús, utilizando la imaginación: como una película en la que el protagonista fuera Jesús. ¡Y todo me pareció bien!  Mucho más tarde, comencé a traducir a Pierre y a Roland, y ellos me trajeron otro regalo: el silencio. No es que no supiera nada del silencio, pues me obligaban de pequeño a guardarlo. ¡Pero aprendí, como hoy con Roland, “el valor del canto de ruiseñor en el silencio de la noche”! ¡A escuchar el silencio! Y despertaron en mí viejos temores: ¿sería este silencio «esoterismo»? ¿sería este silencio «mística peligrosa»? Y me respondí: ¿Y por qué ha de ser peligroso escuchar en silencio la voz del Espíritu? ¡Y esto me pareció excelente!  ¡Buenos días!

Jueves, 17 de julio de 1947.

Las metamorfosis comienzan a invadirte, esto es señal de que cambias de plano.

El cambio de plano se manifiesta en el hecho siguiente: los signos exteriores ya no tienen valor, sino que por el contrario es tu propio valor el que los envuelve. En otras palabras, los objetos no existen; eres tú quien los crea y los creas según tu propio yo.

Las líneas de un paisaje están contenidas totalmente en tus ojos. Los colores, por ejemplo, sólo vibran si tú los tienes. Sólo ves escarlata si tu emotividad segrega carmín. El cielo es azul, porque en tus ojos hay azul. Si no tienes en ti todas esas gamas, nada vibra, nada canta, nada existe.

En adelante, como te irás sintonizando con las armonías celestes, todo vibrará en ti al compás de mi reino, y se producirá la gran transposición, es decir que elevarás lo terrestre al nivel celeste.

Que tus ojos sepan desde ahora cubrir tu universo con un manto sobrenatural.