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Las aclaraciones que introduce Jean Prieur en esta presentación son importantes y llenas de sentido. Es importante, por ejemplo, no perderse en detalles que pueden parecer infantiles y superficiales: vuelos de palomas, de mariposas, perfumes. Lo que Roland pretende, según Jean Prieur, es justamente lo contrario: superar ideas infantiles e ingenuas que arrastramos desde hace generaciones.

Sin embargo, en contra de lo que dice nuestro querido amigo Jean Prieur, no me parece muy válido hoy en día lo del supuesto prejuicio favorable ante todo lo que es un tanto abstruso u oscuro. Al menos en los ambientes que conozco, se valora la sencillez y no hay inconveniente en mandar a paseo al que hace gala de retorcido en sus películas, en sus textos o en sus comentarios.

Encuentro muy acertada, al contrario, la alusión que hace a cómo se plantean muchos la vida futura. –“¡Ya nos preocuparemos de ella cuando llegue!” he oído decir con  cierta frecuencia. “Preocúpate de aquí y lo otro ya llegará”. Y cuando te preocupas de hacer una cosa que consideras importante, te dicen: “¿Y a qué te complicas la vida?”

Muy importante una cita que hace de Roland: “La inmortalidad del alma nace en vosotros  desde el momento en que creéis en ella”

¡Buen día!

(continuación)

Aunque Roland no da muchos detalles sobre el más allá, nos aporta orientaciones útiles a propósito de nuestro modus supervivendi. Quiere librarnos de todas las ideas ingenuas e infantiles que arrastramos desde hace generaciones. Sobre el más allá existe un folklore que no tiene nada que ver con las revelaciones de los mensajes y de las Escrituras.

No olvidemos que todas nuestras concepciones a este respecto datan de la astronomía geocéntrica, de la tierra plana y del universo creado en una semana, hace 6.000 años. Sería muy ingenuo imaginar por ejemplo que, una vez pasado el velo, será uno llevado enseguida hasta el trono de Dios.

«Aquí, como entre vosotros, hay que abrirse camino; hay que ganarse las estrellas celestiales; el camino hacia Dios es duro.»

«El viaje del más allá es largo; sé previsora y llena tus manos del pan de los ángeles, si no morirás de hambre… No iniciarías un viaje largo sin pertrecharte de algunos víveres; comprende que sólo tendrás para subsistir tus provisiones espirituales.»

«Dios es muy exigente con sus amigos. Pero esta exigencia es, en definitiva, una gran bondad, porque Dios nos evita así recorrer, después de la muerte, senderos interminables. La expiación en la tierra suprime la permanencia en las zonas dolorosas.»

A las zonas dolorosas, los planos rugosos como él los llama en otro pasaje, hace Roland algo más que una alusión. Ni el carácter poético de su vocabulario, ni la claridad de su estilo, deberían hacernos perder de vista la amplitud, la seriedad de su mensaje. Lee el resto de esta entrada »

Con esta entrada, comenzamos el segundo libro de Marcelle de Jouvenel: «Cuando las fuentes cantan». En la presentación que aquí hace nuestro amigo Jean Prieur, hay algo que me parece digno de ser destacado. Por ejemplo, esto:

Lo que aquí nos ofrece Roland, lo mismo que Pierre en sus cartas, son nociones concretas y cercanas de cosas abstractas en las que muchos creemos. Uno se pregunta: ¿Por qué les es tan difícil a muchos cristianos admitir cosas concretas que refuerzan su fe de siempre? ¿Por qué admitimos, sin más discusión, «la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro» y nos es tan duro admitir que Roland y Pierre, y tu padre, y tus hermanos y tus hijos que se fueron, siguen viviendo en otra dimensión? ¿Por qué creen algunos que estos temas están vestidos de negro, cuando creemos que la vida del Otro lado es gozosa? ¿Por qué tenemos miedo, cuando hay una ventana de luz que nos invita a ver cosas alegres?

Me produce gran alegría Jean Prieur cuando alude al testimonio del P. Bernaert. Es realmente muy hermoso viniendo de sus labios. Marcelo y yo lo tuvimos de profesor en París y su testimonio me parece completamente coherente con su fe y su apertura espiritual. ¡Rompió tantos moldes en su vida!

¡Buenas noches!

PRESENTACION

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por Jean Prieur 

En los Testigos de lo Invisible y las Tablillas de Oro, expliqué con más detalle quién era Roland de Jouvenel. Para sus nuevos lectores, añadiré solamente que murió en París el 2 de mayo de 1946, a causa de una enfermedad inexplicable. Iba a cumplir quince años.

Era un muchacho prudente, reflexivo, enamorado de la naturaleza y de lo hermoso (lo que en el fondo es lo mismo), sensible al misterio y con dotes de premonición. Tenía verdaderos dones literarios y psíquicos, y estos dones encontraron su realización en la vida futura. A los primeros, debemos la pureza formal de sus escritos post-mortem; a los segundos, la facultad de comunicarlos a la tierra.

En los últimos tiempos de su breve existencia, se desarrolló en él una atracción hacia la contemplación y las realidades místicas. Frecuentaba las visitas a las iglesias, principalmente a Saint-Roch, muy próxima a su casa. Tuvo por entonces el presentimiento de su muerte cercana, percibió una llamada de lo Alto, y respondió con la aceptación: «Las golondrinas saben cuando deben partir y adonde van. Y los verdaderos elegidos de Dios, lo saben también, tienen el sentido de la orientación celeste.»

Unos meses antes de su muerte, Marcelle de Jouvenel, lo había llevado a ver el Aiglon. En el último acto lloró, a la vez, por la cautividad de Schönbrunn, por él mismo y por su madre, cuya prueba presintió bruscamente. Le tomó la mano y murmuró: «¡Pobre mamá, te vas a quedar sola!»

En aquel momento, se encontraba todavía en perfecta salud.

Su única pena al partir fue justamente dejarla en la soledad, la desesperación y la rebeldía.

La soledad duró veinticinco años, del 2 de mayo de 1946 al 20 de mayo de 1971, fecha en que se reunió con él. La desesperación y la rebeldía duraron sólo los seis primeros meses, hasta el día en que Roland le dictó su primer mensaje. Lee el resto de esta entrada »

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