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Siempre hay algo interesante en los escritos de Prieur. También en esta última parte de su Introducción al libro tercero de Roland “En el Umbral del Reino”.

Se fija, en primer lugar, en Marcelle. Interesante sobre todo esto: comprende que los mensajes que recibe son para todos y evita todo lo que procede del ego. Luego nos habla de cómo Roland se acomoda a la lengua y al vocabulario de la que escribe, de como encuentra en el mental de su madre el stock verbal de los poetas simbolistas que ella había leído, tal y como Pierre encontraba en el mental de la suya el vocabulario bíblico y teológico de los pastores anteriores a la Primera Gran Guerra. Pero de vez en cuando, según Prieur, Roland suelta amarras y dice claramente lo que tiene que decir, sin morderse la lengua.

Me gusta lo que dice de las trampas que sabe evitar la señora Jouvenel, y lo que dice a los que se sienten “heridos” porque no reciben nada de los hijos que se fueron: «¿Estáis seguros de que no recibís nada?» Y esto puede servirnos a todos: «Están los sueños, las señales, las coincidencias, las manifestaciones espontáneas.»

No me extraña que Prieur se sienta especialmente atraído por este libro, que le permitió iniciarse en los mensajes de origen crístico y le dio ánimos para seguir su investigación. Ojala nos sirva también a alguno de nosotros para adentrarnos en el más allá crístico.

¡Buen día!

III – EN EL UMBRAL DEL REINO
Por MARCELLE DE JOUVENEL
Título original francés: “AU SEUIL DU ROYAUME”
PRESENTACIÓN
Por Jean Prieur
(2ª parte)

avatar1.thumbnail[1]Ella, en efecto, evitó con todo cuidado esas efusiones personales, esas oleadas de almíbar, esa marejada de énfasis que hacen ilegibles tantos textos dictados; comprendió que la enseñanza venida de las esferas crísticas se dirigía a todos y que convenía borrar todo lo que procedía del ego.

Otros lectores dicen estar molestos con las mariposas, las plumas, las alas, los hijos de la Virgen que abundan en los mensajes y que, lo reconozco, les quitan la fuerza. Pero aquí interviene el inevitable fenómeno de la coloración. El inspirador da las ideas, pero sólo puede hablar la lengua del escritor, sólo puede utilizar el vocabulario y las expresiones de éste último. Roland encontraba en el mental de su madre el stock verbal de los poetas simbolistas y especialmente del que nosotros llamábamos jugando el tío Maeterlink [1].

De igual forma, Pierre encontraba en el mental de la suya el vocabulario bíblico y teológico de los pastores anteriores a la primera guerra, serios señores poco dados a ligeras emociones. Pero de vez en cuando Roland rompe la red de cabellos de ángeles en que se le quiere cerrar, y dice claramente lo que tiene que decir. Es entonces cuando, entre las mariposas y las rosas, lanza fórmulas de terrible lucidez:

 «Lo que hay en ti de más verdadero es la angustia…» «El estado segundo nace con mayor facilidad en el infortunio que en la felicidad.»

«Entre vosotros y Dios se interponen montañas de sofismas.»

«Si estás desesperada, no busques en ninguna parte sino en ti misma el consuelo. El hombre nunca está menos solo que cuando es uno.»

«Cuando Dios quiere habitar en un corazón, hay que ser Uno. ¡Nunca más!»

Como estaba situada bajo un rayo crístico, Marcelle de Jouvenel sólo recibió a su hijo, prohibió el acceso de su yo a los vagabundos del Astral, jamás se interpuso ningún otro entre ella y él. Lee el resto de esta entrada »

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