Movimiento Aquí-Allá
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Madrid, 18 de septiembre de 2007

Queridos amigos:

Me da el «pálpito» de que, a partir de este curso, somos varios los que vamos a avanzar en el camino espiritual. No soy ingenuo. No creo que muchos se decidan a evolucionar, como proponía Elías en la última comunicación. Pero estoy seguro de que alguno habrá. Ahora vamos a tener dos «blogs» que nos ayudarán. Arriba están las direcciones. El que desee, puede entrar  ¡y participar! No tengáis miedo

Si observáis en el membrete, en lugar de «grupo», figura «Movimiento «Aquí-Allá»». ¿Por qué? Porque me da la sensación de que la palabra «grupo» establece ciertas fronteras. Me suena a coto cerrado. En cambio, «movimiento» no tiene fronteras. Es algo dinámico. Abierto al que lo desee. Me gustaría que, entre todos los que lo deseásemos, formásemos un movimiento que se uniera a todos a todos los que deseen evolucionar, moverse, cambiar espiritualmente. ¿Qué características te gustaría que tuviera tu cambio, tu movimiento espiritual? ¿Por qué no definirlas entre todos los que deseen «moverse»?

Me parece que esta es una tarea estimulante. Se me ocurre, a bote pronto, que la tarea que nos propusimos para este curso: «aprender a vivir la vida terrestre en el espíritu de la vida del cielo» (Cartas de Pierre, t. V, p. 221a), incluye varias características para este movimiento de todos.

En primer lugar, contar con que debe ser un movimiento de «Aquí-Allá» y de «Allá-Acá». Es decir, tenemos que asegurarnos ante todo de que no es mera palabrería. Que el Más allá existe. Por eso vamos a continuar trabajando en ese taller fantástico de la «Búsqueda de evidencias». En esta comunicación, incluimos un relato precioso de Lucía [niñita de 3 años de Salamanca], las comunicaciones de Maryvonne y su marido con su hija Karine y un intento de explicación científica de la comunicación tras la muerte, de Ervin Laszlo. Este vaivén incluye, a mi juicio, una meta clara y perfectamente definida: traer aquí la vida de allí; llevar allí la vida de acá.

En segundo lugar, creo que debe ser un movimiento con sentido crítico. Pero, ojo, esto no quiere decir seguir viendo la línea de evolución, con la mirada crítica que ofrece el espejo retrovisor, (François Brune denuncia, en esta Comunicación [Anexo 6] el intento de este Papa por reconciliarse con el inmovilismo de Lefevre), ni la mirada de la «crítica histórica» que denuncia con razón el Papa actual y que ha dejado sin contenido los relatos evangélicos. Entiendo que este sentido crítico debe cultivarse desde la inspiración mística, a la que estamos invitados desde la Encarnación de Dios, como dice el François en el mismo Anexo 6. Este libro, aún no publicado, nos va a dar mucho juego.

En tercer lugar, debería ser un movimiento de todos, sin ser de nadie. Sí, ya sé que es una paradoja. Pero en eso estamos. Recordad aquella otra de san Pablo: «Los que tienen mujer, vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran; los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran». Tenemos que trabajar el Reino de Dios, aunque no lo veamos. Esta es a mi juicio la pobreza a la que todos estamos llamados: considerar que el número y el éxito no son cosa nuestra. ¡Eso es cosa del Otro!

En cuarto lugar, tendría que ser un movimiento puro. Quiero decir, ¡sin mezclas del Ego, ni de intereses materiales, ni de crecer en poder! Ojo, esto no significa ser «purísimos«, en el sentido de los cátaros, y de los begardos y de las beguinas. ¿Recordáis? Hay que producir bienes. Todos los posibles. Pero comportarse como «si no los tuviéramos». ¡Ni uno mismo, ni la Orden, ni la Iglesia, ni la parroquia! Tal vez esto os suene. Así entiendo yo la pureza, la limpieza.

En quito lugar, finalmente, creo que debería ser un movimiento de gran obediencia. Pero obediencia al Espíritu, que nos habla a través de la conciencia. Eso sí, esto requiere atención al Espíritu. «La Iglesia, denuncia F. Brune, ha perdido su inspiración mística». La sola experiencia de los movimientos carismáticos no bastará. Será necesaria una verdadera reflexión teológica. «Será necesario -dice el P. Fraçois- que ésta se encuentre profundamente anclada en la tradición y que sea creíble para el hombre de hoy, fascinado por… la ciencia»

PRÓXIMA REUNIÓN DE «AQUÍ-ALLÁ». Día: NUEVE (9) de octubre, 2º martes de mes. Hora: 6:30 (SEIS TREINTA) de la tarde. Lugar: PP. Carmelitas (Plaza de España).

TEMA:

En la última comunicación, recomendábamos leer para preparar la primera reunión del curso el siguiente libro: Siete pasos hacia la ETERNIDAD, la verdadera historia de un joven en la otra vida. Autor: Stephen Turoff. Editorial: palmyra. Madrid, 2006. Cuesta aproximadamente unos 17 € y se lee con gran facilidad. Decíamos:

«El objetivo de esta lectura es comenzar a descubrir la Vida del Más allá. No olvidemos que somos, ante todo, un grupo de buscadores, de exploradores, que no damos por hecho, en absoluto, que ya todo esté descubierto y sabido en este tema. Hay cosas que la ciencia actual y los medios técnicos actuales, junto con los médiums, etc de siempre, nos permiten ir descubriendo, algo así como «empíricamente», cómo es el mundo del Más allá ,en el que nos esperan nuestros seres queridos, y compararlo con lo que siempre se nos dijo. Ojo, el Más allá, según nos dicen, no es uniforme, sino sumamente variado. El primer paso es descubrir cómo lo describen «Ellos». Y preguntábamos 3 cosas:

1.- Describe tres características que, a tu juicio, le resultan relevantes a James, cuando llega al Más allá [si lo deseas, puedes fijarte también en Pierre, en Sigwart o en otro]:

2.- ¿Qué coincidencias encuentras entre esas características y la descripción que nos daban en el Catecismo o en la Teología, de la religión Católica o de otra?

3.- ¿Cómo te parece que se puede aplicar a nuestra vida Aquí esas características que ellos descubren Allá?»

Un abrazo.

Alfredo